miércoles, 21 de agosto de 2013

La hoguera del cambio

Doctrina sobre la transitoriedad (anicca)
Como es bien sabido, esta doctrina no es exclusiva del Buda. Casi en la misma época en Éfeso
afirmaba lo mismo el filósofo griego de nombre Heráclito y sus famosas frases, "Todo cambia" o
"Nadie puede entrar dos veces al mismo río", pasaron a la historia como ilustraciones de este
carácter esencialmente cambiante del mundo.
Por otro lado, hoy en día, hasta los niños saben que los objetos aparentemente sólidos, en
realidad no lo son. Los físicos nos enseñan que la naturaleza de la materia es extremadamente
compleja y, al haberse descubierto y aislado las partículas subatómicas, se volvió necesario
asignar una cantidad de energía a la masa, que tradicionalmente sólo era la unidad de cantidad
de la materia. En palabras más simples, a la luz de estos descubrimientos, no se puede hablar
más de alguna diferencia esencial entre la masa y la energía: lo que nos parece un estable e
inerte cuerpo, en realidad es puro movimiento, aunque imperceptible a nuestros sentidos.
Sobre la impermanencia, “Dhammapada” reflexiona de la siguiente manera: “Tengo hijos,
tengo riquezas», así contabiliza el necio en su mente. Pero siendo que ni siquiera él se pertenece
a si mismo no, ¡Cuánto menos sus hijos y sus riquezas!”
(Dhammapada 5,62)
Sin embargo, en otros ámbitos de la vida, la impermanencia o la inconstancia es algo que
experimentamos a diario y de lo cual nos damos cuenta perfectamente y sin mayores esfuerzos.
En las escrituras budistas este transitorio carácter del mundo está representado mediante el
uso de las diferentes figuras metafóricas: la impermanencia de las cosas como las nubes del
otoño, el nacimiento y la muerte como una danza, la vida humana como las luces intermitentes
nocturnas o como una cascada de aguas. El hecho de entender este proceso del constante
cambio –personal e impersonal, interno y externo- puede ayudarnos a enfrentar los
acontecimientos de la vida diaria: vemos cómo las amistades pueden deteriorarse, cómo los
enemigos pueden convertirse en nuestros mejores confidentes, cómo las situaciones difíciles
pueden redundar en beneficios y cómo, de igual manera, el cumplimiento de nuestros deseos y
sueños puede resultar, a la larga, frustrante. En este sentido, la comprensión de la
impermanencia y la meditación sobre ella puede producir en nosotros efectos inmediatos y
convertirse en un eficaz antídoto para neutralizar nuestro excesivo apego a cosas y personas
que deseamos.
Finalmente, la doctrina sobre la impermanencia se constituye en la mejor vía para comprender
el carácter esencialmente inconstante también de nuestro propio ser: observando la
transitoriedad de las cosas del mundo, una vez que lleguemos a percibirnos como parte de él,
resultará más fácil comprender nuestra propia transitoriedad personal. Esta enseñanza se
conoce en el budismo como la doctrina sobre la no-existencia del yo (anatta).
Bajo este nombre se conoce la enseñanza del Buda, según la cual todo lo que conocemos,
trátese de experiencias interiores o del mundo externo, se encuentra en un estado de
permanente cambio.
Anton P. Baron

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¿Y quién de vosotros podrá, por mucho 27
que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, 28 ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salo- 29 món con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si 30
la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o
31
qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
32 todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el 33
reino de Dios y su justicia, y todos estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el
34 día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Mateo Ca. 6
Biblia Edición Reina Valera

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Durante la vida experimentamos con placeres baladíes, nos gusta hacerlo porque estamos ensimismados en nuestro ego, la impermanencia de todo nos vuelve torpes porque no comprendemos que el placer se va, se trataría entonces de un dejar todo en Dios y una búsqueda de Santidad... y sin embargo todos dicen: "no, para que, yo voy a la Iglesia todos los domingos", es que no hay diferencia entre un consagrado que un laico, porque la vida es pasajera y la meta última del hombre es conocerse a Sí Mismo, su Naturaleza que es la misma que la de Todas las cosas.
Ésto toca otro tema, que es el de la no-discriminación, pero también nos hace saber que no discriminando aprendemos a no elegir, y por lo tanto a ser más humildes, dada que la humildad no se trata de postrarse delante de la Hostia sino de dejar atrás todo clavo al cuál aferrarse, dejar pasar las cualidades de cada sensación haciéndose uno mediante la oración, la meditación, la caridad, el cuidado y respeto y la práctica del bien con todos los seres vivos... cuidado que también demanda no dañar el cuerpo propio y ajeno tanto el humano, vegetal y animal como el de las cosas porque a pesar que no entendamos que éstas no tienen dueño son de todos a la vez, sólamente la moderna palabra "reciclar" expresa bien éste tema.

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Sonido de un Ángel - Música de Violín

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La espera del Mesías y de su Espíritu
711 "He aquí que yo lo renuevo"(Is 43, 19): dos líneas proféticas se van a perfilar, una se
refiere a la espera del Mesías, la otra al anuncio de un Espíritu nuevo, y las dos convergen
en el pequeño Resto, el pueblo de los Pobres (Cf. So 2, 3), que aguardan en la esperanza la
"consolación de Israel" y "la redención de Jerusalén" (Cf. Lc 2, 25. 38).
Ya se ha dicho cómo Jesús cumple las profecías que a él se refieren. A continuación se describen aquellas en
que aparece sobre todo la relación del Mesías y de su Espíritu.
712 Los rasgos del rostro del
Mesías esperado comienzan a aparecer en el Libro del
Emmanuel (Cf. Is 6, 12) ("cuando Isaías tuvo la visión de la Gloria" de Cristo: Jn 12, 41), en
particular en Is 11, 1-2:
Saldrá un vástago del tronco de Jesé,
y un retoño de sus raíces brotará.
Reposará sobre él el Espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia y temor del Señor.
713 Los rasgos del Mesías se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (Cf. Is 42, 1-9; Cf.
Mt 12, 18-21; Jn 1, 32-34; después Is 49, 1-6; Cf. Mt 3, 17; Lc 2, 32, y en fin Is 50, 4-10 y
52, 13-53, 12). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasión de Jesús, e indican así cómo
enviará el Espíritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino desposándose con
nuestra "condición de esclavos" (Flp 2, 7). Tomando sobre sí nuestra muerte, puede
comunicarnos su propio Espíritu de vida.
714 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de
Isaías (Lc 4, 18-19; Cf. Is 61, 1-2):
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido.
Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva,
a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
715 Los textos proféticos que se refieren directamente al envío del Espíritu Santo son
oráculos en los que Dios habla al corazón de su Pueblo en el lenguaje de la Promesa, con
los acentos del "amor y de la fidelidad" (Cf. Ez. 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31-34; y
Jl 3, 1-5, cuyo cumplimiento proclamará San Pedro la mañana de Pentecostés, Cf. Hch 2,
17-21). Según estas promesas, en los "últimos tiempos", el Espíritu del Señor renovará el
corazón de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los
pueblos dispersos y divididos; transformará la primera creación y Dios habitará en ella con
los hombres en la paz.
716 El Pueblo de los "pobres" (Cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc.), los
humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que
esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesías, todo esto es, finalmente, la gran
obra de la Misión escondida del Espíritu Santo durante el tiempo de las Promesas para
preparar la venida de Cristo. Esta es la calidad de corazón del Pueblo, purificado e
iluminado por el Espíritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Espíritu prepara
para el Señor "un pueblo bien dispuesto" (Cf. Lc 1, 17).

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Éste es un texto del Catecismo de la Iglesia Católica, en él se refiere a el tiempo en el cuál despertaremos a una Era en la cuál se verá el influjo divino y que para verla tendremos que abandonar nuestro dogmatismo, así cuando el hombre sabio habla ruge como el león, Jesús, el León de la tribu de Judá es ese Ser Interno que llevamos dentro todos y que cuando despierta a chispazos de espiritualidad en nuestra vida pasajera podemos mejorar nuestras relaciones con el resto de los seres vivientes y allanar el camino.
Más, si somos como mulas retobadas a las enseñanzas de los Consagrados de la religión que Practicamos no avanzaremos y continuamente estaremos quejándonos.
Hay veces que el hombre Sabio que nos guía nos pone trampas para que nos hagamos máyores siguientes de la fe, para fortalecer nuestro Espíritu, es como en el Zen budista que se dice de Maestro a discípulo: "No creas que te la haré fácil" o en otros casos "o haces lo que tu quieres, o en última instancia haces lo que yo digo".
Y la vida mientras tanto se nos va llendo sin haber comprendido nada, los chicos no hacen caso a sus padres y los padres no saben cómo tratar con ellos. Es justamente por ésto que existe la oración, no podemos forzar un escollo, hay que "mover el Reino Material con el Reino Espiritual" como decía Gran Maestra del Templo Hanmaum, es decir que hemos de aprender a pensar distinto, quizás con una oración, en aquel momento en el cuál se nos presente el problema familiar o laboral, quizás en medio de un congestionamiento y que aunque no cambiemos nada eso será porque aún no aprendimos "a grabar en nuestro Maúm (Alma en coreano)"... éstas son palabras de Kun Sunim.

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