Dios nos ama a todos y cada uno con toda "la Fuerza, la Presencia y el Ser", por lo tanto todo lo que es bueno y agradable a la vista del hombre, todo en su magnitud es lo que Dios nos brinda. Por ello, el amor nos lleva Camino derecho al fin último del hombre el cuál es la felicidad, sinónimo hoy en día de palabras usadas por otras religiones como Yuga Nuevo, Era Nueva, Reino de Dios, Cielo, Paraíso Prometido, Tenchiwado (en iguál armonía con el Cielo y la Tierra).
Aquel que llegase a profundizar en los horizontes de la oscuridad, en las inmediaciones del pecado, en los errores ante Dios sin duda cuando despierte, por más que sea un despertar común a todos los hombres despiertos, experimentará un placer Divino, una comunión íntima con Dios que le producira tanta alegría que durará un ciclo casi eterno que por más que sea de corta duración será como un agujero en el tiempo, donde absorverá el Yoga de su religión, es decir, la Unión de su Cuerpo - Mente con Dios.
Ahora pasemos a los textos de los libros que nos exponen ésto, el primero es de "Vive, Ama, Se tu Mismo" del Sacerdote José Luis Alonso y el segundo del Shobogenzo, "El Ojo y Tesoro de la Verdadera Ley" del Maestro Dogen fallecido en el año 1250 aprox. de nuestra era:
Dios te ama de verdad, muy en serio, Te ama constantemente, Te ama eternamente. Esto es: ¡Recuérdalo siempre! Lo más importante de toda tu vida. Lo mejor, Lo fundamental, La clave para ser tú mismo. Para entender el misterio de amor que eres tú. Dios te ama. Es absolutamente cierto, lo único verdaderamente seguro. Tú, no tienes nada. No eres nada, No puedes nada. Sin embargo, Dios te ama apasionadamente, con todo su amor. Dios pensó en ti por amor, te modeló, cual artista consumado, “a su imagen y semejanza”. Desde toda la eternidad, te llevaba muy dentro de su corazón. Te amaba en su hijo Jesús. Por eso, eres su hijo muy querido. Naciste como hijo suyo, el día de tu
bautismo. Eres verdadero hijo de Dios, porque has nacido de Dios.
El día de tu bautismo, cuando el agua corría por tu frente. Dios decía, todo emocionado: “Tú eres mi hijito muy querido, en ti me complazco”.
CAPÍTULO 20
U-JI
“Haciendo Tiempo” (Siendo tiempo)
Significa que el tiempo está siendo “Tiempo es existencia, existencia
es tiempo”.
Todas las cosas existen en sí mismas, todos los seres en el mundo
entero que es tiempo. Ningún objeto obstruye o se opone a otro,
ni un tiempo a otro tiempo. Si tomamos la resolución de conseguir
la suprema iluminación, el mundo entero tendrá al mismo tiempo
tal resolución. No hay diferencia entre vuestra mente y el tiempo;
a través de la resolución, estáis relacionados en la iluminación. Lo
mismo ocurre con la práctica y el logro de la Vía.
El mundo entero está incluido en vosotros. Éste es el principio
“Nosotros, nosotros mismos, somos tiempo”. Cada instante abarca
el mundo entero, si comprendemos esto, será el comienzo de la
práctica e iluminación.
Cuando logramos este nivel, tenemos clara comprensión del significado
de cada una de las prácticas. Una brizna de hierba, cualquier
objeto, cada cosa viviente, es inseparable del tiempo. El
Si pensáis que el tiempo es un fenómeno pasajero nunca comprenderéis
UJI. El asunto central es: todos los seres en el mundo
entero están relacionados con los demás y nunca están separados
del tiempo. Puesto que somos tiempo que está siendo, práctica es
iluminación, también.
La dificultosa tarea de enseñar a otros es UJI, el tiempo siendo.
Puesto que el pensamiento de las personas no iluminadas no está
basado en la propia comprensión de UJI, no pueden descubrir la
Verdadera Ley, que está dentro de nosotros aunque no nos demos
cuenta. La ignorancia de la Ley les provoca la transmigración.
Mucha gente piensa, que el tiempo está pasando, sin darse cuenta
de que se trata de un aspecto de lo que es no-pasando. No darse
cuenta también es estar siendo. Ambos, realización e ignorancia,
están contenidos en UJI, siendo tiempo. Si no lo comprendéis,
nunca os desataréis verdaderamente. Es muy difícil tener una real
comprensión de uno mismo, porque la autoconcepción cambia
contínuamente y se descubre más y más sobre el Real Uno mismo.
Si tienes completa comprensión, incluso de ideas, sobre la libertad
de la iluminación o del grado de liberación, serán provisionales
e ilusorias. UJI no depende de ideas. El continuo de la existencia
es el mundo entero actuando a través de sí mismo. La continuada
existencia de la primavera, es primavera.
Un día el maestro Zen Kisei, descendiente de Rinzai, dijo a sus
monjes: “A veces la mente sobrepasa a las palabras. A veces las
palabras sobrepasan a la mente. A veces mente y palabras se
sobrepasan a sí mismas. A veces no se sobrepasan a sí mismas”.
Mente y palabras son tiempo siendo. Sobrepasar y no sobrepasar
también son tiempo siendo. El Tiempo que viene, no viene; el
pensarse desde el venir y no venir. El pensar de la mente es sólo
mente y las palabras sólo palabras. Ésta es función del tiempo
siendo. “Mente y palabras, van y vienen, ni van ni vienen; esto
también es tiempo siendo.”
Escrito en Koshohorinji, 1240.
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Una condición humana es la de estar continuamente quejándonos de ésto o aquello, en general de lo que nos sucede insatisfechos constantemente, provistos de enemistad con los que nos caen mal y no buscando respaldo en la luz, en la felicidad y en la moral mental
Ésta moral mental es la llamada por el hinduísmo Raja Yoga y simplifica la Unidad de lo que vemos, ya que la vista se relaciona como sentido con la Ética y la Mentalización compulsiva o armónica dada el caso y ésta misma vista también se la llama en el Vajrayama o tradición budista del diamante cortador como Fuego o en el catolicismo como Espíritu Santo dado que toda aparición Divina o Celestial del Reino aparece en la tierra por obra del Espíritu relacionado con la mente Santa receptora del hecho Místico.
Por ello la moral mental, el buen pensar, exige de técnicas Espírituales que no pueden estar solamente subensionadas a una sola ley, a un solo acto religioso, sino poseer libertar para pedirle a Dios nos habra la mente influjo divino hacia la Tierra del Cielo y hacia el Cielo de la Tierra, por ello ahora podemos hablar de paz mental, la paz mental se logra con una ética de pensamiento impuesta, siempre ética y moralista, nunca avasallada por la incondición espiritual. El siguiente es un texto del Dalai Lama en su libro "el arte de la compasión" y, constituye, una mirada a la mentalidad de emanación, es decir a aquello que se forma en éstos planos terrenales y celestiales por un hombre de naturaleza Espiritual elevada, es decir no condicionada por el mal sino por el bien, caracterizado éste último por la palabra "Buda"
LA CONDICIÓN DEL BUDA
Para buscar genuino refugio en las tres joyas, con el profundo deseo de
alcanzar la iluminación más elevada en beneficio de todos los seres sintientes,
es necesario que comprendamos la naturaleza de esa iluminación. Debemos,
por supuesto, reconocer que la naturaleza esencial de la vida mundana es estar
llena de sufrimiento. Conocemos la futilidad de empeñarnos en proseguir en
esa existencia cíclica, por tentador que esto pueda parecer. Nos preocupamos
por el sufrimiento que los otros experimentan constantemente y deseamos
ayudarles a superarlo. Cuando nuestra práctica está motivada por esta
aspiración, conduciéndonos hacia la iluminación última de la condición del
buda, nos encontramos en el camino del Mahayana.
El término «Mahayana» ha sido asociado a menudo a las formas de
budismo que emigraron al Tíbet, China y Japón. Este término se aplica a veces
también a diferentes escuelas filosóficas budistas. Sin embargo, uso aquí el
concepto de «Mahayana» en el sentido de las aspiraciones internas de un
practicante individual. La motivación más elevada que podemos albergar es la
de proporcionar felicidad a todos los seres sintientes, y el mayor esfuerzo en
que nos podemos embarcar es ayudarles a alcanzarla.
Los practicantes del Mahayana viven dedicados a alcanzar la condición
del buda. Se esfuerzan por eliminar los modelos de pensamientos ignorantes,
dañinos y egoístas que les mantienen alejados de esa iluminación completa,
ese estado omnisciente que les permite beneficiar a los otros. Los practicantes
se dedican a refinar las cualidades virtuosas, como la generosidad, la ética y la
paciencia, hasta el punto de que darían lo que fuera de sí mismos y se
someterían a cualquier prueba o injusticia con el fin de servir a otros. Más

para profundizar cada vez más en la aprehensión del vacío. Deben aguzar su
capacidad de penetración e intensificar la sutileza de su mente con el fin de
conseguirlo. No hay duda de que resulta difícil describir el proceso que les
sitúa ya al final del proceso. Basta decir que cuando la aprehensión del vacío
de la existencia inherente se convierte en algo más profundo, todo vestigio de
egoísmo desaparece y uno se acerca a la iluminación. Sin embargo, tenemos
que limitarnos a una aprehensión teórica hasta que comencemos a acercarnos
realmente a ella.
Cuando la mente de un practicante ya se ha librado del último resto de
malentendidos fruto de la ignorancia, estamos ya ante una mente pura, la
mente de un buda. El practicante ha alcanzado la iluminación. Una
iluminación que tiene, no obstante, un buen número de cualidades, a las que la
literatura budista se refiere con el nombre de cuerpos. Algunos de estos
cuerpos toman forma física y otros no. Estos últimos incluyen el cuerpo de la
verdad, el nombre por el que se conoce a la mente purificada. La cualidad
omnisciente de la mente iluminada, su capacidad de percibir constantemente
todos los fenómenos además de su naturaleza vacía de toda existencia
inherente es conocida como el cuerpo de la sabiduría de un buda. Y a la
naturaleza vacía de esta mente omnisciente se le ha dado el nombre del cuerpo
de la naturaleza de un buda. Ninguno de estos cuerpos (considerados como
aspectos del cuerpo de la verdad) tiene forma física; todos han sido alcanzados
a través de la «sabiduría» del camino.
Tenemos también las manifestaciones físicas de ese estado de
iluminación. Entramos aquí en un ámbito que a muchos les resulta difícil de
entender. Estas manifestaciones reciben el nombre de los cuerpos formales del
buda. El cuerpo del gozo del buda es una manifestación con forma física, pero
resulta invisible para casi todos nosotros. El cuerpo del gozo puede ser
percibido únicamente por seres muy elevados, bodhisattva cuya profunda
experiencia de la verdad última está motivada por el intenso deseo de alcanzar
la condición del buda para la salvación de todos.
Desde este cuerpo del gozo emana espontáneamente un número infinito
de cuerpos. A diferencia del cuerpo del gozo, estas manifestaciones son
visibles y resultan accesibles para los seres humanos, seres como nosotros. Es
gracias a los cuerpos de emanación que un buda nos presta su ayuda. En otras
palabras, estas manifestaciones son formas del ser iluminado, que existen
exclusivamente para beneficiarnos. Llegan a existir en el momento en que el
practicante alcanza la iluminación absoluta como resultado de su aspiración
compasiva de ayudar a los otros. Es gracias a estas emanaciones físicas que un
buda enseña a los otros el método gracias al cual ha alcanzado su estado de
libertad del sufrimiento.
¿Cómo nos ayuda el buda a través de estos cuerpos de emanación?.
Principalmente, gracias a la enseñanza. El Buda Shakyamuni, aquel que
alcanzó la iluminación bajo el árbol Bodhi hace dos mil quinientos años, era
un cuerpo de emanación.
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Federico
Budista de la tradición Vajrayana
Difusor Ecuménico
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